El crítico e investigador teatral cubano Carlos Espinosa Domínguez, quien actualmente trabaja como profesor en Mississippi Valley State University (Estados Unidos), ha editado recientemente el libro Ana Correa: Una actriz en primera persona. Ha editado además, entre 2009 y 2013, cuatro libros testimoniales sobre teatro peruano, y viene preparando, actualmente, una sexta producción.

Por Fiorella López

Carlos Espinosa Domínguez

Carlos Espinosa Domínguez

Los intereses de Espinosa Domínguez giran en torno al teatro político-social, siendo un gran conocedor del teatro latinoamericano y, en especial, del teatro peruano con el que mantiene estrecha relación desde 1985. “Ana Correa: Una actriz en primera persona” (2016) se basa en las entrevistas que Espinosa realizó a la actriz, pedagoga y directora peruana, Ana Correa, entre los años 2008 y 2009. Armado a manera de un largo monólogo, dividido en siete capítulos o bloques temáticos, la testimoniante hace un recorrido por su larga trayectoria, la mayor parte de la cual está vinculada al Grupo Cultural Yuyachkani, grupo peruano fundado en la década de 1970 que abrió nuevos caminos a un teatro de base social para la escena nacional. Presentamos a continuación una entrevista donde el autor nos cuenta sobre su vinculación con el teatro peruano y el proceso de realización de sus investigaciones.

¿Cómo surge tu interés por el teatro?

En 1975, un amigo me convenció de que escribiera un artículo para el diario Juventud Rebelde, que se publica en Cuba. El tema eran tres montajes teatrales que se presentaron en La Habana, dentro del Panorama de Teatro y Danza, y que compartían similar búsqueda de nuevos caminos. Escribí el trabajo, lo publicaron y el periódico me preguntó si me interesaba escribir regularmente, aunque sin remuneración. A partir de ahí estuve colaborando hasta comienzos de 1982. Un año después fue abierto el Instituto Superior de Arte y una de las especialidades era Teatrología, para formar críticos e investigadores. Un crítico muy importante de ese período, que iba a impartir clases, me convenció para que me matriculara. Lo hice y como trabajaba, tomé las clases por la noche. En el transcurso de los estudios y la colaboración en Juventud Rebelde, me propusieron preparar algunas antologías. Y cuando vine a darme cuenta, el teatro había entrado en mi vida. Mi interés inicial, lo que pudiéramos llamar mi primer amor, fue la literatura. Era lo que hubiera querido estudiar. El teatro entró sin que yo lo planeara, pero una vez que llegó lo asumí como algo natural. Desde entonces, combino la labor crítica e investigativa de ambas manifestaciones. Para mí son dos amores perfectamente compatibles y a los que atiendo con igual cariño y responsabilidad.

¿En qué contexto se genera tu vinculación con el teatro peruano y cuáles son las investigaciones que has llevado a cabo a partir de ello?

En 1985, viajé por primera vez a Perú (y fuera de Cuba) para asistir a un festival internacional de teatro para niños que organizó ASSITEJ Perú. Descubrí un movimiento teatral que me impresionó por su diversidad de propuestas, su creatividad y su capacidad para superar la falta de apoyo del Estado. Con el material que recopilé en aquella visita preparé un número monográfico de la revista Conjunto, de la que entonces era secretario de redacción. Volví después algunas veces más en los años siguientes y siempre mi foco de interés era el teatro. No podía ser menos, además, pues me hospedaba en la casa de Hugo Salazar del Alcázar, el excelente crítico e investigador prematuramente fallecido.

Tras un período sin regresar, lo hice de nuevo en 2008, esta vez con el propósito de escribir algo más que uno o dos artículos. Conseguí una pequeña ayuda económica de Mississippi State University, donde trabajo como profesor, y me fui con la idea de preparar un libro a partir de entrevistas a teatristas de distintas especialidades (actuación, dramaturgia, dirección). Mi presupuesto era modesto pero una vez allí quedó desbordado: grabé más entrevistas de las que llevaba en mente. Eso me obligó a sacar un primer volumen con una parte de ellas: El escenario y la memoria. Testimonios de teatristas peruanos (2009). En los años siguientes fui editando en libros independientes otra parte del material: Mario Delgado: la sabiduría del eterno discípulo (2009), Raida Callalle: como el agua que limpia sueños (2010), Audaces: 45 años con los principios bajo el brazo (2013), Ana Correa: una actriz en primera persona (2016). Y en los próximos meses saldrá, por fin, el segundo tomo de El escenario y la memoria. En medio de la preparación de esos libros, en 2010 propuse y coordiné para la revista española Primer Acto, un dossier sobre el teatro peruano. Para ello, pedí colaboraciones a Ernesto Ráez, Tomás Temoche y Miguel Rubio Zapata, además de que se incluyó el texto completo de la obra de Alfonso Santiestevan, Vladimir.

Con este proyecto de los libros he querido recuperar parte de la historia del teatro peruano a través del testimonio de sus protagonistas. Darles la voz para que ellos narren lo que han sido sus trabajos y sus días. Por supuesto, esto no sustituye la historia que puedan realizar los investigadores y críticos, nunca ha sido esa mi intención. Pero sí aporta una visión desde otros ángulos que complementa y enriquece la que aparece recogido en los libros. Esto tiene que ver además con mi fascinación por la palabra hablada, algo que desafortunadamente no vamos a poder disfrutar en el futuro que está al doblar de la esquina, pues las nuevas generaciones están perdiendo esa capacidad.

Portada del libro El escenario y la memoria. Testimonios de teatristas peruanos.

Portada del libro El escenario y la memoria. Testimonios de teatristas peruanos.

Portada del libro Mario Delgado: La sabiduría del eterno discípulo.

Portada del libro Mario Delgado: La sabiduría del eterno discípulo.

Portada del libro Raida Callalle: Como el agua que limpia sueños.

Portada del libro Raida Callalle: Como el agua que limpia sueños.

Portada del libro Audaces: 45 años con los principios bajo el brazo.

Portada del libro Audaces: 45 años con los principios bajo el brazo.

 ¿Qué significado e importancia consideras que tiene el libro Ana Correa: una actriz en primera persona, para la historia del teatro peruano/latinoamericano?

 Hablar del significado o la importancia que pueda tener ese libro no me corresponde a mí decirlo. Son cuestiones que yo nunca me planteo. Para acometer un proyecto, la brújula con la que me guío es su utilidad. En ese sentido, pienso que es un libro útil, por toda la información que Ana Correa aporta, tanto a nivel de su trayectoria personal como para la historia del teatro peruano.

Portada del libro Ana Correa: una actriz en primera persona.

Portada del libro Ana Correa: una actriz en primera persona.

Ficha Técnica del Libro
FICHA TÉCNICA DEL LIBRO Cincinnati: Término Editorial, 2016 Número de páginas: 134 ISBN: 9780930549435 Idioma: Español

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