El investigador y gestor cultural Percy Encinas, doctorando en Teoría e Historia de las Artes por la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Gerencia Social por la PUCP y Licenciado en Literatura por la UNMSM, nos habla de la agenda de investigación teatral, ahora al frente de la recién creada Dirección de Investigaciones de la emblemática Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD).

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Foto: Robert Laime para La Mula

¿Por qué es importante investigar el teatro peruano?

Investigar es el único modo riguroso, trasmisible y trascendente de producir conocimiento. Y el teatro es uno de nuestros registros de memoria más importantes como sociedad; un modo insustituible de descubrir y comunicar lo que somos, lo que sentimos, lo que aspiramos. Las instancias llamadas a hacerlo han abandonado esa tarea. Teniendo una actividad teatral tan activa y creativa, es una pérdida irreparable que no se le registre, evalúe y ponga en valor como merece.

Actualmente la ENSAD está fortaleciendo su rol de promoción en la investigación, ¿podría contarnos sobre este proceso?

ENSAD, ahora con rango universitario, concibe que el artista profesional del siglo XXI debe ser un artista investigador y desarrollar competencias como tal. Para esto, se ha propuesto una transformación integral de su comunidad para constituirse en un centro productor y difusor de conocimiento original y relevante. A través de la reciente creación de la Dirección de Investigaciones se ha implementado una serie de acciones para capacitar y alentar a los docentes en la investigación. Y en el caso de nuestros alumnos, desde el primer ciclo en la Escuela, el Plan de Estudios ha incluido el Programa de Inserción Académica (PINAC) mediante el cual reciben acompañamiento para lograr que sus experiencias de aprendizaje puedan ser procesadas cognitivamente y comunicadas en forma de hallazgos de investigación. Que sus descubrimientos en sus clases de voz, de técnica actoral, de expresión corporal en el aula sean materia de reflexión, que su propia praxis de todas las semanas la conviertan en pensamiento crítico les provee de una solidez, seguridad y ventaja comparativa que, antes de lo previsto, ya ha empezado a notarse.

¿Se puede vislumbrar una agenda nacional (amplia) de investigación –o diremos- de reflexión sobre el teatro en el Perú para su sostenibilidad y reconocimiento?

Vislumbrar en las actuales condiciones de la política, no. Desear, sí. Es inexplicable que en el Perú, con una de las culturas milenarias más diversas e importantes del mundo, con una fascinante y múltiple tradición artística no haya presupuesto estatal para promover e investigar sus artes y las conexiones de estas con nuestra realidad social, lo que permitiría no solo entendernos sino convivir mejor. La ausencia de fondos instaurados y concursables es elocuente. Concytec mismo es un indicativo de que como país ninguneamos a nuestros pensadores y creadores, de que hemos endosado los conceptos de ciencia, innovación y creatividad al rentabilismo más elemental. Está bien que se invierta en proyectos de biodiversidad, biotecnología, TIC, tecnología de materiales. Pero está mal que solo se invierta en investigaciones productivistas que evidencien incidencia en las utilidades monetarias, olvidando que la ciencia debe incluir las humanidades y las artes, que aquella es un medio para el desarrollo humano. En cambio, el financiamiento a proyectos igualmente científicos que emplean otras metodologías y epistemes para producir conocimiento es igual a cero. Para pensar en una agenda nacional de investigación sobre las artes en general, y sobre las artes escénicas en particular –en la que las universidades tenemos una responsabilidad ineludible- tendrá que convencerse primero a los decisores de la PCM y el MEF quienes deberían tener presente que las artes y la cultura tienen un potencial incomparable para contribuir en la economía, la educación y la seguridad. La actividad artística y cultural ha aportado casi el 3% del PBI y creado 700 mil empleos. En cuanto a la educación, en el siglo XXI las personas formamos nuestros valores y hábitos, nuestros modos de relacionamos, nuestro respeto a los bienes y servicios públicos, por nuestro consumo cultural más que por lo que aprendemos en el colegio. Respecto al tema de la seguridad, la práctica artística rescata de conductas socialmente peligrosas a los jóvenes, reduce la intolerancia y la violencia en las relaciones personales y sociales. Solo estos tres lineamientos, dichos al vuelo, ilustran la importancia de investigar nuestras artes que se ocupan de producir conocimiento sobre nuestra sociedad actual de modo más anticipado, profundo e indeleble que otras disciplinas.

Esta agenda pasaría por alianzas entre el Estado (entidades rectoras de Cultura y Educación, pero también otros pliegos que ni se han enterado aún de lo que las artes les ofrecen) y las universidades e instituciones realmente comprometidas con la producción de conocimiento y el Desarrollo Humano.  Todos los gobiernos regionales y locales, además, deberían tener presupuestos asignados para incentivar producciones artísticas que sean elegidas en concursos transparentes en los cuales la investigación ex ante y ex post sean criterios importantes para su elegibilidad. Una normativa vinculante del ente rector debería ser posible.

¿Cómo crees que podemos lograr que más jóvenes se interesen en la investigación escénica?

Insertándolos tempranamente a la cultura académica. Toda institución que forme artistas profesionales debe proveerles condiciones para la investigación desde el ingreso a la carrera. En ENSAD nos hemos propuesto no solo hablarles de investigación, no solo enseñarles las investigaciones que se producen allá, afuera. Los venimos induciendo a que, según su nivel, produzcan reflexión e investigación todo el tiempo, casi sin darse cuenta, desde la primera semana de su vida en la institución. Un ambiente de arte e investigación de 360 grados. Hoy, los alumnos que acaban segundo ciclo ya han producido entre 8 y 10 pequeñas investigaciones. Al final de la carrera habrán realizado alrededor de 50 entregas producto de investigaciones propias y originales. Sus tesis serán solo un aliento más de una práctica ya incorporada en su rutina profesional. El país merece artistas que no solo creen obras fascinantes sino que sepan sustentarlas y dar cuenta de ellas aportando a la innovación, al desarrollo y a su debate. Y nuestros artistas merecen un país que los reconozca y les ofrezca oportunidades.

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