FUTURISMO Y VELOCIDAD

Este domingo 6 de agosto finaliza en el Museo de Arte Italiano la muestra “Futurismo y velocidad” bajo la curaduría de Maurizio Scudiero y organizada por la Embajada de Italia, el Ministerio de Cultura del Perú, el Museo de Arte Italiano y el Istituto Italiano di Cultura con el auspicio de Scotiabank.

Massano Dottori Volo su paese 1925

La muestra reúne 50 provenientes de colecciones públicas como privadas que gracias a la iniciativa de las instituciones antes mencionadas llegan a Lima algunas de las principales obras de este movimiento  y constituye la continuación natural de la muestra “Depero: futurista y global” que se presentara el año pasado, organizada también por el Instituto Italiano di Cultura.

El movimiento italiano denominado “Futurismo” por el poeta Filippo Tommaso Marinetti nace a principios del Novecientos, una época marcada por radicales cambios sociales y políticos y por nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos, que contribuyeron a definir un cambio sustancial en la percepción artística, dejando soplar un viento de novedad sobre los destinos de seres humanos que – justo desde entonces – iniciaron a vivir en la era de la velocidad, signo característica de nuestro presente.

Baldessari Locomotiva + Velocità 1916

ALGUNAS CITAS DEL CURADOR MAURIZIO SCUDIERO

“Hace apenas unos años, en 2009, el Futurismo cumplió un siglo de vida. Ideado por el poeta Filippo Tommaso Marinetti con la intención de “rejuvenecer” la cultura italiana de los primeros años del 900, fue, al comienzo, un movimiento poético, y poco después se convirtió también en un movimiento artístico y, en seguida, global. La consigna era el “impulso” hacía el futuro (obviamente) y en consecuencia, un “corte” con el pasado. En esta simple ecuación residen por lo tanto los elementos peculiares y de orientación de las actividades futuristas: el amor por las nuevas tecnologías, por los aspectos mecánicos de la vida, por la conquista de la velocidad, por la libertad moral, por la liberación de la sintaxis en la literatura y de las reglas de la perspectiva en la pintura; el odio y además por todo lo que encarna el pasado y las instituciones que lo preservan y representan, tales como los museos, las bibliotecas y las academias”.

“Al comienzo, los temas favoritos para esta pintura fueron el caballo y la bicicleta, los cuales tenían un componente dinámico propio; sin embargo, estos fueron prontamente reemplazados por la motocicleta, el automóvil y el tren, por los evidentes efectos de sus componentes mecánicos, como el ruido, es decir, la verdadera “banda sonora” de la Modernidad. Pero no solo por eso. La exaltación de la velocidad además del ruido fueron también sinónimos de un “desafío al peligro”.  Es emblemática, en este sentido, la foto del potente automóvil de Marinetti volcado en una zanja debido a la excesiva velocidad con la que su conductor, precisamente el mismo Marinetti, se había enfrentado a una curva. Y habiendo sobrevivido a este “desafío”, Marinetti se consideró un héroe, un héroe de la era moderna, que había resistido a las trampas del “monstruo mecánico”.

“Los futuristas buscaron representar aquellas imágenes simultáneas: “En otras palabras, pintar un objeto que se movía veloz en el espacio no era dibujar el objeto “como tal”, es decir su forma, porque ésta se habría podido pintar aun si no se movía… Se trataba, más bien, de pintar las diferentes posiciones que el objeto asumía al desplazarse por  el espacio, a semejanza de las fotos estroboscópicas que Edward Muybrige y Marey habían hecho a finales del siglo XIX para estudiar la anatomía de los cuerpos en movimiento. Y por lo tanto, la pintura dinámico-futurista representaba “simultáneamente” las distintas fases del movimiento de un cuerpo con imágenes que se desarrollaban en el lienzo, a menudo fundiéndose la una con la otra para crear una imagen “nueva” que no sólo era la suma de todas las anteriores, según la típica visión óptica, sino más bien una nueva imagen conseguida en una visión simultánea”.

“Como se puede notar, el “mito de la velocidad” está entrelazado de manera inextricable con el “mito de la máquina”, lo que da lugar a un modelo, también estético, con el cual se comprometió – quién más, quién menos – la mayoría de los artistas futuristas. Se trata de una trayectoria estética, que podríamos llamar la “velocidad terrestre”, que se extiende desde la primera década del siglo pasado hasta los años 30, pero que ya en el curso de los años 20 se ve flanqueada por una nueva visión, que luego se afirmará durante los años 30, que, por lo contrario, es la “velocidad aérea”, la que, a su vez, en lugar de forjar un espacio se convierte en la nueva trayectoria del Futurismo bajo el nombre de Aeropintura y cuyos orígenes, en los términos de referencia tecnológica,  se remontan a mucho antes  de la fundación del Futurismo”.

TEMPORADA: del 6 de junio al 6 de agosto 2017 de martes a domingo de 10 a.m. a 5 p.m.
LUGAR: Museo de Arte Italiano
DIRECCIÓN: (Av. Paseo de la República 250, Cercado de Lima)

INGRESO LIBRE

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